lunes, 14 de diciembre de 2009

MENINAS/VELAZQUEZ



Las meninas es el cuadro más famoso de Velázquez pintado por el genial artista sevillano en 1656. En cuanto a la técnica empleada se trata de óleo sobre un lienzo, montado sobre un bastidor de madera de 3,21 metros de alto por 2,81 de ancho, los estudios radiográficos han revelado numerosas correcciones en la postura de los personajes, lo que muestra el empleo de la técnica veneciana (inventada por Giorgione y habitual en Velázquez) de pintar directamente, sin bocetos ni dibujos previos, con sucesivas capas de pintura, lo que permite lograr «mayor espontaneidad, colorido y frescura.
El artista nos hace partícipe en esta escena que se desarrolla en el llamado Cuarto del Príncipe del Alcázar de Madrid.



En la composición, el maestro nos presenta a once personas, todas ellas documentadas, excepto una. La escena está presidida por la infanta Margarita y a su lado se sitúan las meninas María Agustina Sarmiento e Isabel de Velasco. En la izquierda se encuentra Velázquez con sus pinceles, ante un enorme lienzo cuyo bastidor podemos observar. En la derecha se hallan los enanos Mari Bárbola y Nicolasillo Pertusato, este último jugando con un perro de compañía. Tras la infanta observamos a dos personajes más de su pequeña corte: doña Marcela Ulloa y el desconocido guardadamas. Reflejadas en el espejo están las regias efigies de Felipe IV y su segunda esposa, Mariana de Austria. La composición se cierra con la figura del aposentador José Nieto.



Algunos autores piensan que el pintor sevillano está haciendo un retrato del Rey y de su esposa a gran formato, por lo que los monarcas reflejan sus rostros en el espejo.

La habitación está toda en penumbra y la luz entra tangencialmente en ella por tres puntos distintos: por los ventanales primero y último a la derecha y por la puerta del fondo. Es el mismo esquema que ya adelantara Leonardo en La Virgen de las rocas. La luz que entra por el primer ventanal ilumina directamente a la infanta, a María Agustina Sarmiento y, parcialmente, a la otra menina, que se destacan vigorosamente sobre la penumbra de la galería; pero deja a contraluz las figuras de los enanos, el perro y el rostro de Isabel de Velasco.

Pero lo que verdaderamente nos impacta es la sensación atmosférica creada por el pintor, la llamada perspectiva aérea, que otorga profundidad a la escena a través del aire que rodea a cada uno de los personajes y difumina sus contornos, especialmente las figuras del fondo, que se aprecian con unos perfiles más imprecisos y colores menos intensos. También es interesante la forma de conseguir el efecto espacial, creando la sensación de que la sala se continúa en el lienzo, como si los personajes compartieran el espacio con los espectadores. Como bien dice Carl Justi: "No hay cuadro alguno que nos haga olvidar éste".


Anecdota: En una ocasión le preguntaron a Dalí "¿maestro, si se declarase un incendio en el Museo del Prado y tuviese que salvar solo una obra, que obra salvaría? Dalí contestó:" sin duda salvaría el cuadro de las meninas de Velázquez y mas concretamente la atmósfera contenida en este cuadro"



Las 14 obras maestras del Museo del Prado en mega alta resolución
  en Google Earth (Vídeo)




Picasso/ Las Meninas (1957)



Con Las Meninas, es evidente que Picasso desechó todo intento de copiar. Quiso reinterpretar el cuadro. En los casi sesenta lienzos que conforman la serie, estudia claves de color, composiciones cubistas, pormenoriza o elimina personajes. Recurre a colores primarios y planos -en cierta forma chillones- con ausencia total de claroscuros.

Para el cuadro que se considera obra final de la serie, y que en cierta medida es la síntesis de la productiva investigación pictórica realizada por el artista, Picasso eligió unas proporciones más horizontales que las de Velázquez, bajando los techos, con lo que los personajes alcanzan mayor preponderancia que el entorno, abriendo las ventanas de la derecha por que le da importancia capital a la luz. La paleta de grises fríos y azulados, similar a la empleada para El Guernica, le confiere a la obra del pintor malagueño un ambiente más dramático.

Veinte imagenes valen más que veinte mil palabras:


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